¿Quienes son los demonios?

Lo que nos enseñaron...
Nos enseñaron que un demonio es un ser sobrenatural, descripto como algo que no es humano y que es normalmente malévolo. Sin embargo, la palabra griega original "daimon" es neutral y originalmente define simplemente a un "espíritu" un "ser espiritual", "poder divino" ó “espíritu divino”
Un demonio no es:  Lo que considera la Iglesia Católica Apostólica Romana un "espíritu impuro", el cual puede causar una posesión demoníaca y puede ser expulsado por el ritual del exorcismo. Tampoco es lo que considera el ocultismo de Occidente mezcla de magia greco-romana, demonología judía y tradición cristiana, que habla de una entidad espiritual que puede ser conjurada y controlada. Un demonio no es lo que dice la literatura religiosa (no bíblica) de que muchos de los demonios fueron ángeles caídos del cielo, y tampoco son ninguna de las cientos de criaturas creadas por la ciencia ficción de Hollywood.  En algunas culturas actuales, los demonios son aún temidos por la superstición popular y son muy pocos los que se atreven a desafiarlos aún desde los ámbitos científicos, ó académicos. He visto comunmente a personas que dicen no creer en Dios, o aún mofarse de Él, pero que temen, hablar de Satán y mucho menos hacerlo en contra de él.
Para concluír con esto digamos que tambien se pueden encontrar muchas referencias a "buenos demonios" De hecho, Eudaimonia,  significa literalmente favorecido por un demonio  y su traducción literal es "felicidad", Palabra que no figura  - y ahora sabemos porque - ni una sola vez en las escrituras.
La realidad...
Los demonios son espíritus divinos creados por Jehová, y puestos bajo la potestad de Satán para poner fin a los días del hombre sobre la tierra, cuando este fue expulsado de Edén.
Estos espíritus divinos, desencadenaban los procesos biológicos extremos que llevaban a nuestros remotos antepasados a la muerte cuando llegaban al milenio de vida[1].
Cuando esta fue acortada violentamente a ciento veinte años, Satán encargado de "cuidar" la creación de Dios, o sea nosotros los hombres, permitió que sus demonios trabajaran a destiempo enfermando al ser en cuerpo y espíritu, así cargados de calamidades y sin defensa alguna, los hombres se volvieron a los brujos y hechiceros buscando una repuesta a sus males. Al hacer esto olvidaron al creador Jehova y adoraron cualquier cosa que se les pusiese al frente, así fue como Jehová Dios, dejo su creación en manos de su querubín protector, nuestro guardador Satán.
Jehová  solo corregía a su pueblo santo a través de quienes escogía como sus profetas, pero el hombre era incapaz de cumplir con la Ley, había desobedecido en Edén y lo seguía haciendo sobre la tierra.
La salvación nunca provenía de Jehová, el hombre enfermaba, odiaba, mataba, guerreaba, e hiciera lo que hiciese la muerte terminaba con sus días, todo era vanidad. Solo unos pocos como como Moises, Lot, Job, David, ó Daniel , habían hallado gracia ante los ojos de Jehová. El plan de Satán había llevado al hombre a despreciar a Dios, él había hecho del hombre algo desgraciado, una creación errónea del creador,  algo que merecía ser destruido.
El hombre se había olvidado de Dios, pero el creador no se había olvidado del hombre, a tal manera amó su creación que preparando un plan de rescate junto al Espíritu Santo de Dios Padre, se hizo carne y fue el Hijo del Hombre. 
 
Cuando Jehová Jesús, está instaurando el Reino de Dios Padre en la Tierra suceden dos cosas: La primera de ellas, Jesús descubre al iniciar su ministerio que Satán es quien ha pervertido la pureza de su creación, manipulando su mente con las tentaciones, que solo el hombre puede tener, (un caballo, un cangrejo, un perro, o una colonia de hormigas no pueden ser "tentadas"), La segunda es que Satán, un hijo de Dios, siempre sometido a Jehová, tal como leemos en Job, percibe que puede revelarse y no solo eso, sino que puede terminar con Jehová quien ahora es Jesús, solo un desvalido y corrompible ser humano. La maldad se halló en él.
Jesús pone al descubierto a los demonios y los vuelve vulnerables a nuestro espíritu. Hasta ese momento estábamos sometidos sin ninguna defensa a ellos, causa por la cual los antiguos les adoraban y rendían culto, pero ahora los papeles cambiaban, aquel que creyese en Jesús como el salvador, y que él era Hijo de Dios Padre, podía expulsarlos de cualquier elemento, lugar, o persona sin que mediase otra cosa más que su invocación.
Los demonios (espíritus creados por Jehová Jesús) siguen siendo súbditos de Satán, a él le pertenecen al igual que las cosas del mundo, pero deben someterse por sobre todo a su creador y también creador de Satán, y quien tiene todo el poder para destruirlos.
El mismo Jesús, es quien nos da la autoridad para que ellos nos obedezcan, para desenfermar  a su pueblo, a nuestra familia a nuestros amigos, y de todos quienes aceptan a Jesús como su señor y salvador.
Durante su ministerio Jesús hace callar a los demonios para que no descubrieran que Él es su creador y a quien deben obedecer aún por sobre su príncipe, pero es necesario seguir hasta terminar su misión: dar su vida, su muerte es la única muerte no producida por un demonio, por ello el misterio de su resurrección, “Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre”.
Jesús no solo vuelve vulnerables los demonios al espíritu del hombre sino que es abogado ante sí mismo no permitiendo que el hombre espiritual sea acusado.
Si él nos pidió que perdonásemos diariamente setenta veces siete a nuestro hermano, es porque él esta dispuesto ha hacerlo, y por ello es que debemos solicitar este perdón del único que sabe como hacerlo y que vino exclusivamente para eso, aunque tuviera que morir por ello.

[1] Por ello la humanidad vivirá un milenio bajo el gobierno de Cristo sin Satanás como acusador y  violentador de su vida, ni los demonios que serán retraídos por Jesús, Dándole al hombre la oportunidad de rehacer su relación con Él, sin nadie que se interponga. 

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